Pequeño segundo de eternidad - Dialogando con Robert Doisneau



Escape hacia la fotografía
Siempre he buscado la soledad, la libertad, el deseo de jugar... Escapé hacia un oficio que es el menos estable, el más aventurero y el menos fiable en cuanto a seguridad. ¡Escapé hacia la fotografía!
¡Me convertí en un profesional! Es cierto que la disciplina, la extraordinaria cantidad de paciencia que se necesita para convertirse en fotógrafo, es algo que se recibe. Como usted sabe, siempre se dice que un fotógrafo es "un cazador de imágenes". Ésa es una imagen adulona, la idea de un cazador; es un poder viril, adquirido. En verdad, sin embargo, no es así. En realidad, ¡somos pescadores con anzuelos y cordeles! Por suerte el hombre es todavía la parte más importante del proceso fotográfico. Esta e suna idea que no aparece bien acentada en la mente de la gente, convencida de que, gracias a su potencial para la repetición, en fotografía se encuentra siempre una imagen extraordinaria. Pero no es así. Las mejores fotos, las que son recordadas, son las que han pasado primero por la mente de la persona antes de ser depositadas por la cámara.


Abrir los ojos
¡Me atreví a abrir mis ojos ante la gente viva y real!... la fotografía me permitió mirarla. Todavía no me atrevía a hablarles y pasaron años antes de que lo hiciera. Ahora no me intimida nadie. Entiendo que la gente que fotografío es como yo. No la veo como unos casos especiales. Soy uno de ellos y lo entienden muy bien. Tomo primero la fotografía para no destruir la espontaneidad del contacto con una persona, pero despues casi siempre hablo. También mantengo relación con esas personas, ya sea por carta o por visita. De esta manera regalo muchas muchas fotos. y siempre hago continuaciones, me retrasa un poco en mi trabajo, pero me permite conocer algo del mundo en el que he vivido. Si hay una cosa que odio es a los turistas que están aquí por un segundo y se han ido al segundo siguiente. No soy un turista. Realmente formo parte de mis contemporaneos y de mi ambiente.

Esperar
Prefiero mis vacilaciones, mis pasos en falso, mis tartamudeos, a una idea preconcebida...No tengo tanta seguridad en mí mismo. Comienzo con un asunto. Espero hasta el momento en que me llena de maravilla. O espero alguna suerte de milagro que siempre habrá de ocurrir. Pero sólo es necesario esperar. Cuando estoy en un mismo sitio durante tres horas, me suceden montones de cosas. Un hombre que se queda quieto en una ciudad donde todo lo demás se mueve, termina por ser una atracción al cabo de un tiempo. La gente se me acerca y me pregunta las cosas más desconcertantes.

Describir es matar, sugerir es dar vida.
Hayque dejar que la persona que mire la fotografía, suponiendo que no sea un asno, camine por sí misma en ese sendero visual. Debemos recordar siempre que una fotografía está hecha también de la persona que la mira. Hay que dejar que el espectador se desenrede, se libere para el viaje. Se le ofrece la semilla y el espectador la deja crecer dentro de sí mismo.

Pequeño segundo de eternidad
El intento es a menudo inconciente. ¡Es un juego de atrapar y luego demorar! Hay en Prévert algo que es maravilloso: el "pequeño segundo de eternidad". Nada es más bello para mí que esa expresión. Aparece en Parc Montsouris, en un poema titulado "Jardín":

En la tierra que es astral y eso es todo
El banco del parque Montsouris
Donde me besaste y te besé
En el parque Montsouris de París
Y este pequeño segundo de eternidad.

¡Y eso es! ¡Este "pequeño segundo de eternidad" si tenemos la suerte de poder encontrarlo! La comprensión de esto no es aún visible para todos, pero cuando un pequeño fragmento de ese pequeño segundo es captado por la fotografía, cuando es puesto en un rectángulo que tiene una forma aceptada por la cultura o por la enseñanza ecolástica, la gente mira y dice "¡oh, sí!". Quizás sería ideal pensar que, después, esa gente pueda ir y ver por sí misma. ¡Eso sería realmente un exito!









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